sábado, 12 de julio de 2008

Analisis del conflicto agrario- Diego Oliveira

No resulta sencillo el análisis político sobre lo ocurrido con el conflicto del “campo” pero, en nuestra condición de militantes sociales, políticos y/o gremiales debemos meternos en el tema y tratar de sacar algunas conclusiones y líneas de acción que den respuesta política a lo sucedido y sus consecuencias.
Este conflicto sectorial -además del tema de provocar el desabastecimiento que de por si es gravísimo, ya que se trató de un lock out patronal y no de un paro (no fue decidido por los trabajadores agrarios en relación de dependencia, esos que en un altísimo porcentaje cobran bajos salarios y en negro)- lo que puso sobre el tapete -además, por supuesto de la carencia de políticas destinadas a los pequeños productores- es el primer coletazo de una disputa que va a marcar la puja de poder en nuestro país en un futuro más próximo que lejano. Sólo hay que analizar el contexto internacional donde se observa la creciente demanda de productos primarios, básicamente granos para alimentación y biocombustibles (esto último fue calificado por la Unión Europea como altamente peligroso y preocupante), con precios en suba y con una gran integración internacional de los grupos económicos que operan en estos negocios.
Esta es la realidad, y pensar que esto es solamente un problema del gobierno es un infantilismo o una irresponsabilidad. Es del gobierno y es de todo el pueblo (trabajadores ocupados y desocupados, pequeños y medianos productores agropecuarios e industriales, pequeños y medianos comerciantes, profesionales, sectores medios, etc.; todo lo que está ligado al mercado interno y al destino nacional). Y es así porque lo que asoma a la luz es la disputa por un modelo de distribución de la riqueza y, en definitiva un modelo de país. Un modelo de distribución que por ahora se podría decir que casi se esboza más en el discurso que en los hechos, y con algunas medidas que merecen profundización (sin perjuicio de la paulatina recuperación de los salarios y del incremento del consumo en los sectores medios), pero que, aun así, se le intenta poner la pata encima.
No se puede tener una mirada ingenua sobre lo sucedido, quedó demostrado que se ha producido un reagrupamiento de los sectores de la derecha más reaccionaria (no hace falta decir que fueron cómplices de todas las dictaduras habidas y por haber, especialmente en el ‘55 y el ’76, por que eso lo sabe el pueblo y lo saben ellos; Soc. Rural, CRA, las empresas titulares de los medios masivos de comunicación, ej: La Nación, casi todo el esprectro de radio AM, Grupo Hadad; Editoriales Varias; Pro-Macri-“Gobierno de la ciudad”; Sectores de la Iglesia; etc., etc., etc.) y también de la centro derecha, con su típico oportunismo (Duhaldismo residual, como De Narváez; Coalición Cívica, especialmente su “lider” Elisa Carrio, Grupo Clarín, Gobernadores o ex gobernadores reclicados; etc, etc, etc, ). El espectáculo que mostraron algunos partidos y/o grupos de “izquierda”, minoritarios en el espectro de la izquierda argentina, por lo grotesco se explica por si mismo. Sin embargo, las coincidencias que alcanzaron en estos días, discursos y declaraciones mediantes, más la puesta en escena de parte de los medios de comunicación acerca del “gran apoyo” que “el campo” recibía de los sectores medios urbanos y no tan urbanos, los coloca ante la evidencia de que su proyecto político tiene una base de sustentación nada despreciable. Si ha eso se le suma el climax de “inestabilidad” intencionalmente generado desde los medios, la solapada intención de asimilar la situación del país a momentos verdaderamente dramáticos de crisis social (sin que este momento pueda ser tomado livianamente, por supuesto), el manijazo que tuvieron la presencia de “caceroleros acomodados” de la capital a partir del martes 25 de marzo (aparecidos luego de haber disfrutado de un fin de semana largo, incluido el 24 de marzo que debería ser una fecha para reflexionar) y que el cuestionamiento se extendió hacia otras áreas, por tomar un ejemplo, a la política de derechos humanos y a las merecidas reivindicaciones históricas que han permanentemente recibido militantes populares desaparecidos y perseguidos por la última dictadura militar, sean del signo político que fueren, a la política cultural, la política exterior, etc., entonces hay que entender que el asunto merece ser analizado con más detenimiento y agudeza. Y no se trata sólo de la reaparición de personajes tradicionalmente gorilas y golpistas que reaparecieron en los medios opinando o dando discursos, sino de la reiteración de la idea de que “ya es hora de superar el pasado”, por ejemplo, en clara referencia a lo que decíamos.
Esta mas que claro que no todo es lo mismo, que hay sectores de la producción agraria que necesitan y merecen políticas de estado que los respalde, sobre todo los pequeños productores y los emprendimientos familiares. Pero también debe estar claro para estos sectores que cualquier política estatal que redistribuya recursos, vía subsidio, fomento, precios sostén, etc, utiliza los recursos que se generan desde el conjunto de los argentinos, no solamente desde el “campo”, también desde la industria, desde los servicios y también, por supuesto, desde los sectores mas desposeídos que, por la característica regresiva del régimen impositivo, contribuyen de igual manera en el impuesto al consumo (iva) que los sectores más pudientes.
Pero, así como esto está claro, también está más que claro que lo que se juega es la intención de poner límites a posibles políticas redistributivas en nuestro país, políticas que pudiera llegar a encarar este gobierno (como es el tema de las retenciones al sector sojero como instrumento de balance y equilibrio interno, ejemplo, sobre los precios de productos de consumo masivo) y cualquier otro gobierno en el futuro.
Es decir, por un lado es real que estas políticas del Kirchnerismo no son todo lo profundas que deberían ser, más bien son de una tibieza notable, y también es real que son parciales, es decir no están acompañadas de un conjunto (ej, en el sector energético, en infraestructura, en política de vivienda, etc, etc,), pero eso no puede llevarnos a no visualizar que todo indica que lo que pasó es el comienzo de una batalla de los sectores concentrados de la economía por mantener el disciplinamiento heredado como consecuencia de la dictadura militar y la era neoliberal (menemismo, alianza) que culminó con la crisis del 2001, y sobre todo, como aspiración histórica de máxima de los sectores concentrados del “campo”, reconducir el modelo productivo argentino en ciernes hacía el viejo modelo agroexportador de “la Argentina como granero del mundo” y habitantes “de pata al suelo”, como lo llamó Arturo Jaurectche, que hoy se actualiza en sus posibilidades materiales de concreción a partir de la creciente demanda externa de productos primarios.
Esto no es más que la vieja disputa histórica entre el campo nacional, los sectores populares y los grupos más concentrados de la economía ligados al capital financiero internacional. Una disputa histórica, que no es nueva y que se viene expresando en nuestro país desde su propio nacimiento, que tuvo distintas manifestaciones a lo largo del tiempo: Patria o Colonia, Pueblo u Oligarquía; Liberación o Dependencia, etc.
En este punto es central preguntarse que papel jugaron y juegan los pequeños y medianos productores, básicamente nucleados en la Federación Agraria, dando el contenido a los piquetes pero dejando que el discurso sea coptado por los medios y hegemonizado por los sectores concentrados (esos mismos que se los fagocitan) hablando del “campo” como un todo, o planteando “unidad” ante la palabra del titular de la Sociedad Rural Miguenz y otros personajes nefastos.
También cabe preguntarse sobre el papel de los medios de comunicación, no sólo en la desfiguración de la realidad sino también en el ocultamiento de información. Esto ya merece un amplio estudio porque quedó en evidencia lo que son capaces de hacer, el grado de gorilismo, discriminación, racismo, ignorancia, mala leche, etc., etc, de algunos periodistas (los negros que se queden en las villas y los barrios humildes del gran buenos aires, que la “ciudad autónoma” es de la gente “civilizada” ¡!!, no tuvieron el mismo grado de cobertura los sucesos de los cartoneros desalojados Hace poco tiempo atrás!). Esto también plantea la necesidad sostener, como en muchos casos se viene haciendo, una política de comunicación de los sectores populares que refleje la voz y el pensamiento propio y a la vez, meterse de lleno en la disputa sobre la ley de radiodifusión y las políticas del estado en estas áreas, cosa que también se viene planteando desde distintos sectores del campo popular.
Y esto de preguntarse sobre el papel que tuvieron los distintos sectores involucrados no es sólo en el afan de tener una descripción más o menos correcta de los hechos, sino para asumir un rol político activo que apunte a que esas acciones que se dirigen, en primer lugar, contra el pueblo argentino pierdan legitimidad social y política y ganen consenso propuestas que beneficien al conjunto del pueblo, en especial a aquellos que se encuentran en una situación de marginalidad, pobreza, carencia de educación, salud, etc., y no para que gane un sector minoritario del país.
En nuestra condición de trabajadores judiciales, por trabajar nada menos que en el ámbito de lo que se llama “justicia”, tenemos algunos objetivos que cumplir y que se vinculan a todo esto. Contribuir a la construcción de un modelo de Poder Judicial que dé respuesta al pueblo y que abandone su carácter represivo y elitista, y desde allí a la construcción de un país con independencia y justicia social. Tenemos también metas propias y específicas, como son el convenio colectivo de trabajo que cambie el paradigma de la relación laboral y que democratice hacia adentro a la justicia y, en ese marco, la reivindicación histórica del sistema de porcentualidad salarial, como una forma de distribución justa y equitativa.
Pero muy poco de eso es posible en el marco de un país que no pueda desarrollarse con inclusión social y con justa distribución de la riqueza, la historia ya lo demostró.
Por eso, en nuestro carácter de activistas, militantes o dirigentes sindicales, como parte del Movimiento Obrero, como parte del pueblo, es el momento oportuno para parar un instante la pelota y hacer un análisis y un debate profundo, sincero y generoso, y que como resultado de esa práctica, retomar con más fuerza la construcción de una patria para todos, para todo el pueblo…

No hay comentarios: