martes, 11 de agosto de 2009

MUNDO SOJA (III)

El “duro” oficio de ser sojero o lo que TN y Radio Continental no nos contaron



El Director Nacional de Federación Agraria, Guillermo Giannasi, nos ilustraba hace unos días: “Si nosotros vendemos el tambo y ahí se siembra soja, se trabajan 10 días en el año …” (1) revelaba así algo que es un secreto a voces: que el cultivo de soja es el que menos trabajo demanda en el ámbito rural.

Para los que, como quien suscribe, nos tocó ser espectadores del amplio relato que construyeron los medios masivos de comunicación en torno al conflicto entre los productores sojeros y el gobierno, no hubo posibilidad alguna de conocer en qué consistía el trabajo que esos “chacareros” realizaban en sus tierras. Se los veía cortando durante largos días las rutas, protestando por el aumento a las retenciones, revisando camiones, volcando la carga, arrojando leche, haciendo asambleas en vivo, gritando a cuanto micrófono hubiere que el “campo” decía basta al atropello del gobierno.

“No nos gusta estar en las rutas, queremos volver a nuestros campos a hacer lo que sabemos, trabajar la tierra, cuidar los animales” decía uno de los tantos chacareros definido a si mismo como “autoconvocado”.

La sensación, era entonces, de estar frente a sujetos, que a diario y de sol a sol se involucraban en pesadas labores tranqueras adentro. Pero ahora, aparece este dirigente, de la Federación Agraria de Buzzi y de De Angeli, a revelar que en la Soja se trabaja tan solo 10 días al año !!!

Frente a lo ya conocido y frente a esta revelación, solo nos queda investigar un poco para poder establecer dónde está la verdad. En ese sentido, trataré de determinar de qué se trata el oficio de ser sojero y quienes son los que lo llevan adelante.

Una visión absolutamente reduccionista, supondría que a cada campo le corresponde su chacarero, o que los chacareros se dividen en grandes, medianos y pequeños en correspondencia con el tamaño de sus tierras, o que todos se encuentran involucrados en los trabajos del cultivo.

En su libro “Patrones en la ruta” Eduardo Sartelli muestra que en realidad, alrededor del 60% de la siembra y el 80% de la cosecha que se realiza en el país no la hacen los “chacareros” sino que se hace a partir de Contratistas. Algo similar ocurre con las tareas de pulverización. Y agrega: “El supuesto productor, de esta manera, no se encarga siquiera de dirigir directamente la producción, sino que lo hace por medio de empresas tercerizadas” (2).

También la realidad nos dice que más del 60% de la cosecha de soja se realiza en campos arrendados (alquilados) (3), lo que traducido, significa que hay dueños que no solo resignan trabajar sus propias tierras sino que además se desentienden de ellas mientras es otro el que las trabaja.

Concentrémonos entonces en los productores que efectivamente trabajan, en el 40% que no alquila su tierra, y de esos, en el 40% que trabaja en la siembra, y en el 20% que trabaja en la cosecha. Estamos así frente al reducido universo que se ocupa de su propia tierra. El resto, ya vimos, lo realizan los Contratistas.

Ahora, tratemos de averiguar cuántas jornadas de trabajo son necesarias para realizar el proceso de siembra-pulverización-cuidados- y cosecha de la soja.

“Un campo de 200 hectáreas lo siembran 3 personas en un día o dos, lo mismo para la cosecha. Es decir que podría realizarse siembra y cosecha pagando no más de 12 jornadas de trabajo. La fumigación con glifosato no puede sumar mas de dos jornadas. Estamos hablando de que en una explotación de este tamaño todas las tareas principales pueden ejecutarse contratando tan solo 14 jornadas de trabajo anuales. Las cuales se reducen si en vez de emplear asalariados en forma directa, se terceriza la cosecha”. (4)

En este punto es importante saber que el laboreo del cultivo de la soja se ha simplificado enormemente gracias al sistema de siembra directa y al control de las malezas, sustentado en el uso del glifosato.

La siembra directa consiste, en pasar en el terreno a sembrar, un tren de siembra que corta la cama vegetal, abre un pequeño surco en “V”, coloca la semilla y luego tapa, todo en un solo proceso. Luego de esto, habrá que esperar unos días, la emergencia de la planta, para elegir el momento de la primera fumigación con glifosato. Mas adelante, vendrá la segunda fumigación. Y finalmente, y luego de establecer el punto justo de la humedad del poroto, será el tiempo de la cosecha y el posterior almacenamiento en los silobolsa, a la espera del “momento ideal del mercado” para su comercialización.

Reforzando la idea de trabajo inexistente para muchos, diría muchísimos de los declamantes ruteros, encontramos además, evidencia de la migración de productores hacia la comodidad de la ciudad: “… un estudio sobre la zona de Zabala, en el departamento de Rosario muestra que el 81% de los productores locales tenían una residencia urbana. La minoría que residía en el ámbito rural se dedicaba a la ganadería, no a la agricultura”. (5)

La fuerza de trabajo rural se concentra entonces en los Contratistas, verdaderos emprendimientos empresariales, que llevan adelante todo lo concerniente al trabajo agrario a cambio, lógicamente, de un canon. Pagarle a un contratista significa, para cualquier tipo de explotación, liberarse de tener que trabajar al dueño del campo o a quien alquila (arrendatario), limitándose tan solo a supervisar y/o controlar a los contratados.

Se calcula que las empresas contratistas son unas 15.000 en todo el país, que ocupan unos 27.000 trabajadores y que son responsables de la mayor parte de los cultivos argentinos, el 70%. Con un sueldo de convenio que apenas llega a los $1400 son los responsables de levantar la cosecha record año tras año. Frente a esto, cabe preguntarse: ¿cuántos de los mediáticos de la ruta autodenominados “autoconvocados”, serán además autodenominados “productores”? Mientras, los que trabajan son otros.

Como siempre que existe un buen negocio aparecen protagonistas nuevos, en este caso, los pooles de siembra y los fondos comunes de inversión que se suman a los conocidos contratistas. Surgen también numerosas y diversas combinaciones societarias alrededor de este negocio, a tal punto, que llega hasta sujetos comunes, ajenos al mundo agropecuario, pero con capacidad de aportar dinero a un pozo común para poner en marcha una temporada del cultivo. Así es que, se termina sumando al “Soy Power” (el poder del soja), al abogado del pueblo, al contador, al dentista, al ferretero, al panadero, etc. etc. Todos terminan siendo los capitalistas que apuestan a una buena cosecha para poder recuperar lo invertido mas su lógica ganancia. Es útil insistir que esta masa societaria y capitalista tampoco significa trabajo alguno en el campo.

Ahora bien, fuera de los contratistas, que se dedican específicamente a esto, algunos dueños (del universo del 30% que no alquila su tierra) y algunos arrendatarios (con suficiente capital como para tener las maquinas necesarias) el resto, un verdadero universo rentista, se dedica a seguir la evolución del precio del poroto en el mercado de Chicago.

Esta particular estructura “laboral” explica, en parte, la nutrida disponibilidad de sujetos para sostener la amplia movilización en los cortes de ruta, dado que, no era necesario que estuvieran trabajando en el campo, tenían tiempo libre, tenían recursos, y nuevos socios a partir de la aparición de los actores citadinos que se añadieron al negocio.

Se calcula que el 70% del área cultivable se va a dedicar a la soja en la próxima temporada 2009/10, traducido esto en superficie, es algo así como 18 millones hectáreas !!!

En el año 1996, en el que el entonces Secretario de Agricultura de Menem, Ing. Felipe Solá aprobó, sin estudio de impacto ambiental alguno, el uso de la soja transgénica RR (resistente al Roundup) se sembraban poco más de 5 millones de has. de soja convencional. Siete años después… y ya transcurriendo el primer año de gobierno de Kirchner, en la temporada 2003/04, se implantaban 14,5 millones de ha de Soja transgénica !!! La sojización ya era un hecho.

Esto se logró gracias al repliegue de otros cultivos, a los que no les interesa el país: arroz, avena, centeno, cebada, maní, girasol, colza, lino, ajo, cebolla, papa, tabaco, poroto, algodón, caña de azúcar, té, yerba mate, trigo, maíz, mijo, sorgo, pimiento, batata, zapallo, etc. Pero también, buena parte de vacas insolentes, que tuvieron que buscar otras tierras, alejadas y agrestes, o amontonarse en los feed-lots acostumbrándose a no caminar y a comer como un pichicho. Tampoco hay que olvidar, la tenacidad y fortaleza de las topadoras que desmontaron y desmontan sin descanso esos molestos bosques nativos, llenos de arbustos y alimañas ajenas a los intereses de la Patria. Lejos de los análisis de sustentabilidad y racionalidad, lo que prevaleció es el aspecto económico, todos aprendieron, entendieron, y asumieron, que si existe algo que es altamente rentable, fácil de producir y que encima demanda trabajo de pocos días al año, es suficiente para justificar cualquier desprolijidad que hubiere aparecido en la corta historia de la Diosa Soja.

Y aunque “cultivar el suelo es servir a la patria” como reza el escudo de la SRA , la de Martínez de Hoz, al que Llambías homenajeó, tampoco es cuestión de cultivar cualquier cosa. La Junta de Enlace habla de “los alimentos del campo que llegan a la mesa”, y no es la soja, precisamente la que llega a la mesa de los argentinos, será en todo caso la que cubre la seguridad alimentaria de los cerdos chinos. Llegan sí, otras cosas que salen del campo como, la leche, derivados del trigo, del maíz, de la avena, de la cebada, frutas, hortalizas, legumbres, etc., etc. Y todos afectados en sus valores, al haberse encarecido progresivamente, al seguir el aumento del valor de la tierra y la disminución de disponibilidad de la misma, impulsada por la rentabilidad de la soja.

La expectativa de una siembra record de 18 millones de has. para la temporada 09/2010, se sustenta en el excelente precio de la tonelada, en el descenso de los gastos respecto al año pasado, en el menor precio de los alquileres y en, lo que supone la Mesa del Desgaste, será la reducción de las retenciones. Si esto último ocurre, habremos perdido una buena oportunidad, para frenar esta locura que es la Sojización que se lleva puesto todo y a todos en beneficio de unos pocos, muy pocos.



Pablo Brac

La Plata, 6 de agosto de 2009.

Referencias:

(1) Diario Diagonales ( La Plata ) “Giannasi: Hemos retrocedido cien años”. 26/7/09, pag. 6

(2) Patrones en la ruta” - Eduardo Sartelli (Dir), pag. 71.

(3) Clarín - 22/05/07 por Matías Longoni del Area de Economía de AACREA (Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola)

(4) “Patrones en la ruta” - Eduardo Sartelli (Dir), pag. 73.

(5) Rosenstein Susana: “La siembra directa: heterogeneidad de los patrones de adopción” en “Patrones en la ruta”.

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